martes, 17 de junio de 2014

Estudio económico y político sobre el Estado del Bienestar

ESTUDIO ECONÓMICO Y POLÍTICO SOBRE EL ESTADO DEL BIENESTAR



INTRO
Realizo este ensayo a modo de reflexión sobre uno de los temas que más polémica generan ya no sólo a nivel de España sino a nivel global. Podríamos hacer una división de los países del mundo en donde existe Estados del Bienestar y en los países en donde no existen, al igual que se hacen divisiones del mundo según el país sea desarrollado, en vías de desarrollo o subdesarrollado. Lo quieran creer o no, ambas divisiones se hayan estrechamente relacionadas. Pero al final, sólo son interpretaciones, calificaciones, sobre el grado de avance del sistema capitalista en determinada nación. Sin más.
Sé de sobra que mi reflexión puede provocar y de hecho provoca suspicacias en determinadas ideologías, en especial, en aquellas ideologías que pretenden llevar una vida material plena: sin freno alguno a su consumo y al derroche, exhibiendo un hedonismo preocupante. A ellas recordarles que consumir es destruir (unas vegetaciones, una fauna, unos recursos naturales, un entorno, etc…), y por tanto mayor consumo es mayor destrucción. Por otro lado ¿qué actitud puede haber más destructiva para el hombre y para su sensibilidad que el hedonismo descontrolado?
También, este es un ataque a aquellas ideologías que abogan por degradar a las personas a gente sometida por una autoridad suprema (anteriormente Dios, luego el Rey, ahora al Estado) que planifica de la cuna a la tumba las vidas de sus ciudadanos, y nos niegan el verdadero valor supremo del ser humano: la libertad y la autonomía sobre nuestras vidas.
Mediante un análisis marcadamente económico, quiero y pretendo demostrar como el Estado del bienestar es el estadio superior y más alto alcanzado por el sistema de mercado o capitalismo, optimizando y generalizando todas las características de este sistema (presencia del mercado, división del trabajo, especialización, grado del capital, individualismo, hedonismo, consumismo, desigualdad, falta de libertades y democracia…). Esto que es bastante evidente, es constantemente camuflado con consignas políticas asociadas a la libertad, a la igualdad o a la justicia. Aquellos que dicen ser “anti-capitalistas” y que a la vez luchan a favor del Estado del bienestar demuestran enorme incoherencia.
El ensayo desmontará todo ello y aclarará los verdaderos objetivos del Estado del bienestar.  




LOS MOMENTOS DEL ESTADO CAPITALISTA (1) (1ª nota aclaratoria en la bibliografía)
Para empezar debemos conocer unas ideas introductorias claves sobre el desarrollo histórico del sistema capitalista. Holloway y Piccioto enunciaron estos “momentos” para diferenciar que a lo largo del capitalismo la labor y la función del Estado ha cambiado para hacer que el sistema progresara y avanzara a estadios superiores, en donde las características del sistema se hacen más intensas y se extienden a un número mayor de personas. Según estos autores los momentos son tres:
· Establecimiento de las pre-condiciones para la acumulación: algo que podría remontarse al sistema económico Mercantilista (s.XV – s.XVIII)  y que se reforzaría con los postulados de la Ilustración, de la revolución francesa y por último, en las revoluciones burguesas o liberales.
· Apogeo liberal y separación plena de la política y de la economía: algo que los autores dicen no ser producto de la casualidad. Además mencionan que es algo vivido en Inglaterra hasta finales del siglo XIX.
· Sociabilización y redistribución de la producción, lo que lleva a una reducción de la tasa de ganancia o rentabilidad.
El último estadio sería el correspondiente al Estado del bienestar y según mi opinión ese grado de capitalismo avanzado o superior sólo es posible bajo la modalidad de “Estado del bienestar”, es decir, la colaboración explícita entre capital y Estado para la profundización y extensión sin salvedades del sistema de mercado.


EL ESTADO COMO PIEZA CLAVE EN EL SISTEMA
El autor Félix Rodrigo de Mora decía: “sin Estado no hay capitalismo” lo que evidencia el papel fundamental del Estado para el desarrollo del sistema.
Pero ¿qué entendemos como Estado? Lejos de la interpretación burda e interesada de “el Estado somos todos” me remito a la definición de Poulantzas (2): “el Estado es un factor de cohesión dentro de una formación social” al igual que lo son otras instituciones, como la familia o la religión. Siguiendo la definición de Poulantzas, el Estado no es una institución con poder supremo sobre el resto de las instituciones, sino que tiene que establecer esas relaciones de poder con éstas. La existencia de Estado crea un conflicto de clases pues el Estado sirve como organización y soporte de las clases dominantes y como desorganizador y atomizador de las clases subordinadas.
Sigamos avanzando en la historia. Es sabido que el Estado es algo bastante antiguo por lo que no puedo remitirme a épocas tan pasadas para explicar circunstancias tan presentes. El Estado liberal-capitalista, surgido de las revoluciones burguesas, procede de la naturaleza del modo de producción capitalista y por tanto responde constantemente a los intereses de la producción así como de los productores. Dentro de los intereses de estos productores está el estudio por separado de política y economía, no sólo como forma de acentuar la especialización sino también para evitar determinadas nociones y conclusiones a las que no puede llegarse mientras se estudien ambas ramas por separado.


EL ESTADO LIBERAL-CAPITALISTA
Es una modalidad de Estado que renueva la forma anterior, el Estado moderno, que poseía un sistema económico mercantilista, una organización política monárquica absolutista y con métodos de explotación y dominación totalmente explícitos (piénsese en el colonialismo, en el esclavismo, en las guerras religiosas o en las instituciones como la Inquisición).
El Estado liberal-capitalista se introduce con un sistema económico de mercado o basado en la acumulación de capital, posee una organización política basada en el parlamentarismo y sus métodos de explotación y dominación son más implícitos, es decir, están presentes pero no se ven explícitamente y no son tan evidentes. Con el desarrollo del sistema los métodos se refinan y se vuelven aún más implícitos (piénsese en el sistema fiscal universal, en el trabajo asalariado, en la extensión del mercado, en la concentración de la riqueza y del poder o en otros más explícitos como el imperialismo o las transnacionales). Para constituir todo ello no triunfó la razón y la Constitución como pretenden explicar los libros de historia, sino que en la mayoría de casos, triunfó a base de guerra, golpes de Estado, invasiones, imperialismos o pronunciamientos militares (3).
Según Semmler la actividad de este nuevo Estado se basa en 3 pilares básicos:
· Estableciendo las condiciones de producción: el transporte de mercancías y las infraestructuras, la energía y otros similares.
· Estableciendo las condiciones de reproducción de la fuerza de trabajo, tal como la educación, los servicios sanitarios, viviendas y otros similares.
· Estableciendo las condiciones de reproducción de las fuerzas capitalistas, asegurando la propiedad privada, la administración general, la justicia, la policía, las Fuerzas Armadas…

FUNCIONES, OBJETIVOS, METAS DEL ESTADO LIBERAL-CAPITALISTA
Es una modalidad de Estado implicado en el proceso de acumulación, mediador en el conflicto capital-trabajo, socializador de los costes importantes (como los asociados al capital físico o al variable) y que abarca amplios y crecientes espacios dentro de la sociedad. Para ello se requirió una centralización del poder del Estado que le dotara de fuerza y control para mejorar la eficiencia de la gestión, así como para mejorar la planificación, la previsión, la dirección y el cumplimiento de los objetivos y las metas que se planteaban, algo que no pudieron hacer con tanta efectividad los Estados del pasado.
Todo esto requiere utilizar muchos recursos y la expansión de la burocracia, lo que implica que se tuvo que reformar y reforzar la financiación del Estado. En el caso de España, los problemas de financiación de la estructura estatal son una norma desde antes del surgimiento del Estado liberal (Constitución de 1812) lo que se ha intentado solucionar con impuestos, deuda pública o inflación, es decir, socializando los costes de su función, recordemos: el proceso de acumulación, mediador del conflicto capital-trabajo, aseguración la propiedad privada, etc…
El Estado liberal, a pesar de la oposición de los liberales, es un Estado esencialmente interventor, tanto en la vida social, como en la política como en los aspectos económicos.
Todo ello posibilitó una acumulación de riqueza y capital inédito en la historia del hombre, lo que posibilitó la concentración de la riqueza y del poder, dando lugar a grupos empresariales, luego a grandes corporaciones que posibilitaron el avance tecnológico precisamente debido al proceso de acumulación previo.

EL CRECIMIENTO ECONÓMICO SOSTENIDO: EN BUSCA DE NUEVOS ESTADIOS DEL CAPITALISMO
El Estado liberal posibilitó fenómenos desconocidos hasta entonces, como el desarrollo de las grandes ciudades, el surgimiento de la industria (ambos procesos están muy relacionados entre si), el avance tecnológico, la implantación generalizada del mercado, del trabajo asalariado y de la moneda, junto a niveles de división del trabajo, especialización y concentración mucho más avanzados.
Todo ello posibilitó niveles de riqueza TOTALES que jamás había tenido el ser humano, sin embargo, no puede decirse que esos niveles de riqueza inéditos eran los que disfrutaba la población en general; ni mucho menos. Quienes sólo podían tener ingresos a base de vender su mano de obra a penas tenían para subsistir, vivían en las zonas más ruinosas y periféricas de las ciudades con condiciones de salud precarias y con una seguridad en el trabajo que brillaba por su ausencia. La riqueza aumentó exponencialmente para los dueños del capital, en las burguesías, quienes se vieron enriquecidas por el proceso de creación de los “mercados nacionales”, de extensión de la propiedad privada y de consolidación de los Estados, lo que dieron lugar que las burguesías locales se hicieran más ricas y poderosas y se constituyeran las burguesías nacionales. Éstas pedían frecuentemente legislación a su favor de los Estados, ya fueran incentivos fiscales, exenciones, proteccionismo o subvenciones. Otra forma de socializar los costes del capital.
Todo este proceso creó límites a la expansión del sistema, pues la resistencia cada vez era mayor y estaba más organizada. No sólo eso, fueron surgiendo nuevas corrientes ideológicas que motivaron las luchas sociales y ponían en cuestión el sistema dominante. La organización política de estos movimientos fue creciendo afectando a los 3 procesos claves del sistema: el proceso de acumulación, el proceso de reproducción del sistema y el proceso de legitimación.

Para resolver este conflicto que ponía en jaque al sistema liberal se pusieron en marcha tres tipos de soluciones. El uso de la fuerza, las concesiones a los trabajadores y finalmente, el Estado del bienestar. El método convencional era el uso de la fuerza, como se dijo, el sistema ha utilizado sistemáticamente la fuerza para implantarse demostrando que no posee la razón ni la aceptación social. Para ello el liberalismo creó algo inédito, los ejércitos permanentes, además de numerosos cuerpos policiales que ejercían la labor de la tropa pero para el ámbito civil. Ejemplos del uso de la fuerza para preservar el sistema de las demandas sociales son los hechos de la Semana Trágica en Barcelona, en 1907, el pronunciamiento militar de Primo de Rivera en 1923, el sofocamiento de la “Sanjuanada” en 1926, o el Golpe de Estado y luego Guerra Civil entre 1936 y 1939, que enfrentó al bando “nacional”, representantes del orden burgués, del capital y de los sectores tradicionales contra el bando “republicano”, esencialmente, personas de condiciones humildes y trabajadoras.
También se idearon otras formas de sofocar las demandas sociales, con distintas concesiones a medida que el sistema lo permitía. Si la riqueza total era cada vez mayor, parte de ésta podía utilizarse para calmar determinadas demandas sociales siempre que no fueran encaminadas a cuestionar o afectar las bases del sistema, sino que sirvieran para asentarlo, legitimarlo y en última instancia, perpetuarlo. Las concesiones no sólo eran de carácter económico, también de carácter político (piénsese en el derecho a voto restringido, luego masculino, y luego universal). Volviendo al caso de España, tras la traumática experiencia que le supuso al Estado y al Capital la I República, A. Cánovas del Castillo pacta junto a la élite política y al monarca español un sistema para turnarse el poder gubernamental independientemente de la decisión de los electores, que en áquel entonces era un grupo muy reducido y selecto (se habla de en torno al 2-3% de la población).
En conclusión, esta especie de “triquiñuelas” son frecuentes en la historia y en la política y tienen siempre el mismo objetivo.

Con el paso del tiempo, las élites políticas idearon una manera de romper el bloqueo que existía entre el Capital y los trabajadores, éstos últimos, se negaban a aceptar como legítimo un sistema injusto, desigual y antidemocrático. Sin la colaboración de la masa, la represión y los gobiernos militares cada vez eran más frecuentes demostrando la tiranía explícitamente cuando la esencia del sistema incluye la tiranía pero siempre de forma implícita.
Es entonces cuando los primeros gobiernos conservadores empiezan a introducir sistemas “del bienestar” y la socialdemocracia enuncia un sistema más justo y más equitativo para la felicidad de la población.




LA CUMBRE DEL SISTEMA DE MERCADO. EL ESTADO DEL BIENESTAR.
Esta es la exposición central de este ensayo. Lo mencionado anteriormente es necesario pues no se puede entender el sistema económico y político sin conocer la historia que le precede; directamente, no se puede ni explicar como un hecho aislado del mundo, de la historia y de las circunstancias.
Como se decía, en los Estados más avanzados se llegó a situaciones de bloqueo al existir una disidencia muy grande. Esto en cierta medida podía ser abordado por los gobiernos mediantes leyes excepcionales (piénsese los estados de alarma, excepción…), endureciendo las penas, reforzando la represión e intensificando los mensajes desde la prensa. Llegado un momento en el que todo esto es insuficiente se terminan dando gobiernos militares o de corte paramilitar que reafirman las ideas de obediencia, lealtad, patria y que en muchas ocasiones fueron combinadas con las ideas de pueblo, trabajo y socialismo con el fin de ganar aceptación y apoyo social. Estas ideologías iban encaminadas, en última instancia, a mantener y profundizar el sistema liberal con mayor rigor y orden, minimizando la disidencia. El fin último era ordenar la situación, hacer una limpieza ideológica de aquellos que cuestionaban el orden vigente y tras varios años de situaciones tiránicas como estas devolver el poder a los “demócratas” habituales. Y vuelta empezar.
Es entonces cuando se comienza a plantear una fórmula con la que ganar legitimidad y reforzar aún más el sistema. El asistencialismo de Estado y luego el Estado del bienestar que fue promovido tanto por gobiernos militares y fascistas (véase Hitler, Franco o De Gaulle), como conservadores (Bismarck), como socialdemócratas.
El Estado del bienestar constituye el conjunto de servicios sociales provistos por el Estado, tanto en dinero como en especie, así como la regulación de las actividades privadas. Viene a suplir las funciones básicas del Estado capitalista avanzado (4): la acumulación (que ya era tarea del Estado liberal-capitalista temprano), la reproducción (de la fuerza de trabajo y del sistema) y la legitimación. Se ahondará en este tema más adelante. Los marxistas sostenían que esta modalidad de Estado enmascara la lucha de clases y viene a ser un instrumento del capital que le permite avanzar y profundizar su impacto en la sociedad. Otra corriente, la neo-marxista (la cual se opone al marxismo ortodoxo, como modelos de socialismo real, estalinismo…), partiendo de la tradición de Marx intenta abordar los problemas derivados del capitalismo avanzado, centrándose en el crecimiento económico y en el Estado del bienestar.
El Estado del bienestar se basa en el uso del poder del Estado para afectar a la fuerza de trabajo presente y futura, así como para controlar y redistribuir la riqueza a la población pasiva. Supone la cumbre de un Estado interventor y viene justificado y legitimado esencialmente por dos razones:
· Las demandas sociales legítimas, asociadas a ideas políticas como justicia o igualdad.
· Necesidades y exigencias de redistribución o “socializar la producción” mediante impuestos y luego el gasto público.
Bajo estas dos premisas, muy extendidas y por otro lado muy coherentes se ha extendido y legitimado el sistema “del bienestar”, quien en realidad ha hecho retroceder otras instituciones sociales a costa de aumentar la presencia de las instituciones del Estado y del mercado. La crítica de este ensayo de basa en eso, en iniciar un proceso con unos claros beneficiaros y venderlo como si los beneficiados fueran otros.

Según I. Gough el principal beneficiario de la introducción del Estado del bienestar es la empresa capitalista (sus organizaciones, las grandes corporaciones…) quien aparte de descomunales y periódicas contratas recibe otras ayudas como transferencias, beneficios fiscales o crediticios. En palabras de este autor: “Las ayudas del Estado al sector privado de la economía son tales (…) que invalidan la grosera afirmación de que el sector público crece a expensas del sector privado, siendo que es el sector público hoy más que nunca condición sine qua non para la reproducción del sector privado”. (5)
Siguiendo este argumento, al implantarse el sistema “del bienestar” se generaliza el mercado a toda la población, lo que provoca crecimiento económico en términos de PIB y mejora la riqueza de las clases capitalistas, al producirse un ritmo de acumulación mayor. De este proceso de crecimiento también participa el Estado, quien mejora su fiscalidad gracias a la extensión del mercado (piénsese que el autoconsumo o la autoproducción no puede ser fiscalizada pues no entra en el mercado) para financiar este proyecto, amplía su burocracia para el control, planificación y suministro de los nuevos servicios que se otorgan, mediante su intermediación y gestión de las necesidades. Por tanto se concluye que es un proceso de expansión tanto del mercado como del Estado, en donde ambos ganan riqueza y poder, conceptos claves en cualquier sociedad. De aquí surge un capitalismo más avanzado, que consigue generar mayor riqueza y situar al Estado en cuestión en lugares más avanzados dentro de la competencia capitalista mundial.
Persistiendo en el análisis de I. Gough, a pesar de que el Estado del bienestar se presenta como un método para satisfacer las necesidades más básicas, su objetivo principal es mitigar y aliviar los problemas más urgentes creados por el crecimiento económico, industrial o urbano. Problemas de inadaptación como los derivados del cambio tecnológico y la falta de conocimiento especializado, en general, del trabajador sobre las nuevas técnicas, lo que requería universalizar la educación. O problemas como la falta de vivienda decente, que terminaba haciendo enfermar y morir a mucha población en edad de trabajar, o a su descendencia. O problemas relacionados con la salud derivados de la densidad demográfica creciente (aguas, basuras, pestes…). Estos problemas no sólo eran un límite al sistema por el descontento social sino que también afectaba directamente a la vida de los trabajadores impidiendo el desarrollo correcto del sistema.


UN ESTADO CAPITALISTA AVANZADO
De todo el proceso de instauración del Estado del bienestar se logra más crecimiento, más redistribución y más desarrollo económico [material]. Precisamente por eso empezaba el ensayo haciendo una división entre países avanzados o países no avanzados: países que han generado riqueza suficiente para pasar al Estado del bienestar y países que no.
A pesar de las cuestiones que he planteado, un análisis en profundidad sobre el Estado del bienestar debe incluir las siguientes preguntas para reflexionar sobre la conveniencia o no de esta modalidad:
· En el plano económico… ¿Favorece u obstaculiza el crecimiento económico y el proceso de acumulación?
· En el plano político… ¿Favorece u obstaculiza la democracia, la libertad y la justicia?
Busquemos la respuesta a la primera de las preguntas (6). Dentro del trabajo asalariado podemos diferencias dos sectores. El sector productivo y el sector improductivo.
El sector productivo se identifica con el sector privado pues es el que genera una plusvalía. Esa plusvalía es la que constituye la ganancia de los productores y favorece la acumulación de capital, que luego puede re-invertirse para obtener una plusvalía mayor.
El sector improductivo está compuesto por 2 sectores: el sector de la “circulación” (transportistas, distribuidores, banca…) y el sector estatal, cuya actividad está financiada por impuestos. Los bienes y servicios estatales (exceptuando la industria estatal) se consumen como valor de uso y no producen plusvalía, es por ello que se les considera “improductivos”.
Se crea por tanto una relación contradictoria entre el sector productivo privado y el Estado. Éste último se financia mediante impuestos al sector productivo. Al hacerlo está permitiendo el gasto público, a costa de reducir la plusvalía, por tanto los recursos disponibles para la inversión son menores y termina reduciéndose la tasa de acumulación de capital, afectando como ha ocurrido siempre en el sistema de mercado, a todo el conjunto de la economía.
¿Por qué se dice contradictoria esta relación? Pues porque el Estado no puede prescindir del gasto público. Éste es fundamental para financiar las condiciones para la acumulación de capital, así como el hacer avanzar al capitalismo a nuevos estadios superiores. Sin embargo si este gasto público es excesivo se puede resentir enormemente la plusvalía, afectando a la inversión y a las condiciones futuras del sistema. Como también se ha mencionado, el gasto público no sólo sienta las bases del Estado del bienestar sino que es un importante elemento para el capital pues permite socializar los gastos de la fuerza de trabajo así como los gastos más importantes para el empresariado (el capital fijo o las reestructuraciones económicas).

El equilibrio, por tanto, entre el gasto público del Estado y la plusvalía del sector privado es algo que se debe alcanzar para la estabilidad y sostenibilidad del sistema. Ese equilibrio, como cualquier otro, tiene una naturaleza cambiante a lo largo del tiempo. Ello explica los movimientos pendulares del capitalismo: cómo existen periodos de mayor gasto público, presencia del Estado en la economía y en las relaciones sociales y como existen otros periodos con menor intervención estatal y mayor iniciativa privada. La hipótesis sobre los movimientos pendulares desacredita el debate “lo público – lo privado” pues dependiendo de la fase y del momento que viva el sistema de mercado adoptará una modalidad u otra, en función de la tasa de acumulación, la presión ciudadana o las necesidades del capital o del Estado. Así se comprueba como hasta 1913 se vive una expansión de la iniciativa privada y del comercio internacional, que se revertiría en los años 20 y en especial en los 30 cuando los Estados se vuelven intervencionistas, se protegen y preparan su economía para la guerra. En los años 50 la iniciativa estatal no tiene precedentes, debido a las nacionalizaciones y el auge del Estado del bienestar, hecho que duraría hasta los 70 y sobre todo los 80, cuando la tasa de ganancia de los productores y del capital se encontraba severamente dañada y surgen líderes como
Por último hacer una aclaración a la hora de utilizar conceptos en torno al sector privado y al Estado. El primero se rige por las leyes de cambio del mercado, por lo que la productividad juega un papel clave. El segundo NO SE RIGE por las leyes del mercado (a pesar de que los técnicos y los economistas modernos pretendan extender esa idea) sino por las luchas políticas y económicas. Hablar de productividad en el Estado no tiene sentido, la palabra en todo caso será eficiencia.


EL ESTADO CAPITALISTA AVANZADO Y SUS RELACIONES CON EL ESTADO DEL BIENESTAR según I. Gough.
Como se mencionó en epígrafes anteriores este autor considera que la  labor básica de este tipo de Estado son tres y todas ellas se ven cumplidas y satisfechas por el Estado del bienestar:
· ACUMULACIÓN DE CAPITAL
· REPRODUCCIÓN
· LEGITIMACIÓN.
Tratemos cada una con cierto detalle:
· Sobre la acumulación de capital hay poco que tratar, pues era algo que se lleva encargando el Estado liberal desde su nacimiento. Estableciendo las condiciones para que se pueda dar el sistema, esto es, la propiedad privada, la seguridad física (mediante policía y ejércitos en última instancia) y la seguridad jurídica (un marco legal, unos tribunales de justicia…), las infraestructuras, la certidumbre económica, la moneda, promoviendo los intercambios comerciales, la energía, los transportes o la innovación tecnológica. El Estado del bienestar refuerza este proceso al existir un mercado casi universalizado y una especialización inédita, en otras palabras, pocas personas y productos se escapan de las leyes del mercado, por tanto la fiscalización y el control es casi absoluto y se obliga a las personas a caer en los roles del mercado, esto es, especialización, división del trabajo y uso de moneda.

· Sobre la reproducción u organización estatal de la reproducción social se trata de la intervención del Estado en los procesos de reproducción biológica (demografía e ingeniería social), consumo económico (economía), socialización… Esta quizás sea la cuestión más importante y difícil de estudiar dada su complejidad. Lo que es claro que en estos 2 siglos de capitalismo el Estado y el mercado ha ido relegando a otras instituciones (la familia, la Iglesia…) en estas funciones recién mencionadas. La intervención del Estado en este asunto es crucial pues de esta labor depende la producción en el largo plazo.
Los gastos que se incluyen aquí van orientados a efectuar la función de reproducción presente y futura tanto de la fuerza de trabajo como del sistema. En este aspecto la educación juega un papel clave, no como consumo o derecho social, sino como inversión (recordemos que de estos aspectos depende la producción futura). Otros gastos como el “salario social” (hay varias modalidades, tanto en concepto de prestación por desempleo como los que exigen una renta básica mínima) no son salarios en realidad, pues no es una contrapartida ni una remuneración de nada, sino una forma de transladar al Estado parte del conflicto capital-trabajo que lleva existiendo siglos y que debería ser más intenso dado el grado de capitalización y de especialización de las economías, que entre otras cosas se traduce en mayor desempleo, aunque mayor productividad (y por tanto, mayor tasa de ganancia). El “salario social” también es una forma de socializar los crecientes y necesarios coses de reproducción.
El caso de los “servicios sociales” también es llamativo. No pueden clasificarse únicamente como gastos para la reproducción social y del sistema, sino también son gastos para la legitimación del sistema. Los servicios sociales surgen por tres razones en especial: por incapacidad familiar de asegurar los costes de reproducción presente y futura, por el traslado de los capitalistas de ciertos costes hacia el Estado, esto es, socializándolos y como mecanismo de control. 

· Sobre la legitimación: Son gastos a ojos del sistema como improductivos, pero que son necesarios. En ese sentido los gastos militares también son vistos como improductivos, al pertenecer al aparato improductivo del Estado, pero igualmente son necesarios para mantener el orden vigente. El Estado del bienestar está plagado de gastos de legitimación pues esta es la base del status quo actual y de las luchas ciudadanas, que acaban simplificándose en cuantías monetarias en lugar de valores e ideales (7).Poul. Esto es sumamente interesante para las clases dirigentes pues la disidencia se vuelve reformista y nunca rupturista.





BIBLIOGRAFÍA Y FUENTE.

(1). Los autores J. Holloway y S. Piccioto enuncian esta especie de teoría sobre la evolución del Estado liberal-capitalista a medida que ha avanzado el sistema de mercado. Reconocen que la naturaleza y la función del Estado cambian en cada momento histórico, a la vez que hacen una interpretación muy dura y realista sobre la lucha de clases dentro del sistema. Más sobre estas cuestiones en “Capital, crisis and the State”, Capital and Class, nº2, 1977. También en “A note on the theory of the State” Capital and Class, nº2, 1977.

(2). Escritos y cuestiones de Nicos Poulantzas en: “Poder político y clases sociales en el Estado capitalista”. México. Siglo XXI, 1969.

(3). Así lo demuestra, sin ir más lejos, la historia de España del siglo XIX que se correspondería con el momento que Holloway y Piccioto denominaron “apogeo liberal”. La resistencia del pueblo español en general fue muy dura y ello llevó a enfrentamientos entre la nobleza y la burguesía, de la que termina victoriosa ésta última. Los pronunciamientos militares se sucedieron durante todo el siglo y tuvieron la clara intencionalidad de introducir el sistema capitalista que llegaba ya con retraso a España y la ponía a la cola de Europa. Como ejemplo puede verse el pronunciamiento de Riego, pero el que es más llamativo y confirma lo descrito es el de 1855 llevado por Madoz, quien liberalizó muchos sectores económicos, reestructuró la banca y articuló en cuestión de 10 años nada menos que 5.000km. de ferrocarriles a lo largo y ancho de España, a pesar de su inviabilidad económica y falta de necesidad. Todo ello refuerza el argumento de los “momentos del Estado capitalista”, pues es sabido que España tenía que mejorar las condiciones para la extensión del capitalismo.

(4). Según I. Gough el Estado capitalista avanzado que puede ser el ejemplo de los Estados europeos tras la reconstrucción de la II Guerra Mundial tiene 3 funciones básicas que renuevan las funciones del Estado liberal temprano: influir y promover el proceso de acumulación, fomentar el proceso de reproducción y consolidar la legitimación del sistema. El Estado del bienestar cumple plenamente los 3 procesos. En especial ahonda el proceso de reproducción, que favorece la producción a largo plazo y que incentiva el proceso de legitimación. No se puede hacer una distinción precisa de qué gastos de un proceso y cual es de otro. Los gastos de legitimación (subvenciones, ayuda a desfavorecidos…) son vistos como improductivos desde la lógica económica pero crean las condiciones favorables para el desarrollo del sistema.

(5). Expresado así en su libro “Economía Política del Estado del Bienestar.” I. Gough. Pg. 20


(6). Utilizando el análisis de la economía que hace K. Marx.