LA CRISIS DE LA DEUDA
(2ª parte)
La crisis de la deuda en Latinoamérica
Esta segunda parte del ensayo es complementaria y extensión de la anterior (http://nanblogzone.blogspot.com.es/2013/01/la-dolorosa-crisis-de-la-deuda-1-parte.html), que sólo sirvió como esquema introductor, pero resulta un poco inútil pues nos falta un análisis de los hechos, nos falta por conocer cómo ha afectado esto a las gentes, a los países, a las economías. Para ello surge la siguiente pregunta, que servirá como base para esta segunda parte, que tiene un marcado carácter histórico-económico.
En este periodo surge la agonía del continente Latinoamericano (pero no sólo esta zona, Polonia y otros países también viven situaciones duras) debido a la asfixia de la deuda creciente y los consejos impuestos del FMI. Por poner un ejemplo, entre 1970 a 1980 la deuda brasileña incrementa en un 1.147%, la argentina en un 367%, la mexicana en un 723%, la venezolana en un 1.964% o la chilena, en un 305%.
Todas esas cifras son astronómicas y son sólo el principio, pues a partir de los años 80 el proceso de endeudamiento se retomaba, y en los 90 continuaba.
A todo esto el FMI da respuesta en colaboración al Banco Mundial, a la OCDE, y al gobierno estadounidense. Es ahí cuando se formula el Plan Brandy y el Consenso de Washington, popularmente conocido como el nacimiento del neoliberalismo (punto 5 de esta exposición).
Es una exposición larga pero muy interesante, pues es CLAVE para entender (es el siguiente paso), lo que hoy día ocurre en Europa.
¿CUÁLES HAN SIDO LAS CRISIS DE LA DEUDA MÁS IMPORTANTES Y SIGNIFICATIVAS?
En este periodo surge la agonía del continente Latinoamericano (pero no sólo esta zona, Polonia y otros países también viven situaciones duras) debido a la asfixia de la deuda creciente y los consejos impuestos del FMI. Por poner un ejemplo, entre 1970 a 1980 la deuda brasileña incrementa en un 1.147%, la argentina en un 367%, la mexicana en un 723%, la venezolana en un 1.964% o la chilena, en un 305%.
Todas esas cifras son astronómicas y son sólo el principio, pues a partir de los años 80 el proceso de endeudamiento se retomaba, y en los 90 continuaba.
A todo esto el FMI da respuesta en colaboración al Banco Mundial, a la OCDE, y al gobierno estadounidense. Es ahí cuando se formula el Plan Brandy y el Consenso de Washington, popularmente conocido como el nacimiento del neoliberalismo (punto 5 de esta exposición).
Es una exposición larga pero muy interesante, pues es CLAVE para entender (es el siguiente paso), lo que hoy día ocurre en Europa.
1) INTRODUCCIÓN
Y PRECEDENTES
Sin duda la crisis de la deuda latinoamericana es el
mejor ejemplo de este tipo de crisis financieras. Su estudio es de suma
importancia debido a que nos puede servir para averiguar cuáles son las causas
de estas crisis, cuáles son sus efectos, y cuáles son sus posibles soluciones.
Además el estudio de todo esto nos puede ayudar a prevenirlas en un futuro y
evitar esos duros efectos de ajuste que ha de realizar una economía que se
halla en esta crisis, o que al menos esos ajustes no nos pillen por sorpresa.
Desde los años 50 y hasta los 70 las economías
latinoamericanas estaban convencidas que la base del éxito y la prosperidad
económica se hallaba en un sector industrial potente e importante. El camino al
“desarrollo económico” debía pasar por una industrialización que diera
impulso a la producción y al trabajo. Para ello las economías debían estar
protegidas de su competencia exterior. El proceso de industrialización debía
ser acompañado por un proteccionismo económico hasta que la industria naciente
pudiese hacer frente a las industrias de los países desarrollados, así, se
bloquean las importaciones (con aranceles, contingentes, burocracia) y se
favorece la producción nacional y la posible exportación.
En la práctica el sistema en cuestión, la industrialización
por sustitución de importaciones (ISI), no dio los resultados esperados. La
pobreza no llegaba a reducirse, y los efectos directos de estas políticas fue
un notable desajuste comercial y por cuenta corriente de las naciones que
aplicaban la ISI. Trataremos el problema por cuenta corriente.
El proceso industrializador necesita de los incrementos
de la productividad del trabajo, ya sea por mejora de los instrumentos o de la
tecnología, o de la capacidad organizativa. Por tanto el primer paso se traduce
en “modernizar” el sector agrario y primario en general, para que éste genere
un excedente de producción y de trabajadores.
¿Con qué objetivo? Un excedente de trabajadores
abandonará el campo en busca de oportunidades en las ciudades. El excedente de
producción agrícola servirá para alimentar a esa población que recién se ha
instalado en las ciudades, y que ahora, o puede dedicarse al comercio, o al
proceso industrial. Los gobiernos fomentaban que se incorporarán a las fábricas
en el proceso de industrialización que éstos encabezaban.
Para crear fábricas y mejorar las instalaciones y la
tecnología se precisaban bienes de equipo que las naciones en ISI no podían
producir, por tanto, debían importarlos.
Los bienes de equipo son bienes caros y de alto valor
añadido, que tradicionalmente exportan las naciones más ricas. Los países en
ISI debían, por ende, gastar buena parte de sus recursos en importar esos
bienes de equipo que eran fundamentales para la industrialización. A su vez su
fuente de recursos era débil, pues sus exportaciones se basaban principalmente
en productos primarios de escaso valor añadido, muchos, obtenidos de la
naturaleza directamente y exportados luego, con poco valor.
En conclusión, la situación general era que las
exportaciones eran de bajo valor y las importaciones de bienes de equipo eran
caras y además requerían capacitación para su conocimiento, uso y aplicación.
El desajuste es evidente: las naciones en ISI gastaban año tras año más
recursos en importaciones de los que obtenían de sus modestas exportaciones.
Cuando este desajuste se pronunció o se alargó en el tiempo muchas naciones,
incluso, recurrieron a sus reservas, pero ello no era lo más recomendado.
La idea general fue que dado este déficit comercial
constante se genera un déficit corriente por balanza de pagos que es suplido,
como no puede ser de otra manera, con
endeudamiento.
La creencia era la señalada en la apertura del ensayo. Ese
endeudamiento permitiría en un futuro tener una industria sólida, exportadora y
de alto valor añadido que permitiera reembolsar los préstamos y mejorar
respecto a la situación inicial. Los hechos demostraron que muchas naciones
no tuvieron una mejora o una modernización de su sector primario, por lo que un
fallo de base podría ser un factor explicativo del fallo del sistema de ISI.
A finales de los años 60 ante este proceso de
endeudamiento que viven las economías en ISI, se replantea el sistema. Sus
conclusiones son que ha de ser reforzado, y los Estados buscan su coordinación
para mejorar los resultados del proceso industrializador.
Se mejoran los incentivos creándose mayores subvenciones
y todo tipo de incentivos fiscales que promovieran la industrialización. A su
vez, se cae en cuenta del factor de ESCALA, por lo que las naciones en ISI
firman acuerdos para facilitar el intercambio comercial entre ellas y
aprovechar el mercado potencial, mejorando la escala, así los costes, y
obteniendo así una ventaja en costes, muy importante a la hora de “conquistar”
un mercado en crecimiento. La Asociación Latinoamericana de Libre Comercio
(ALALC) se creó con dicho objetivo, cuyas metas deberían estar en
funcionamiento en 1972, hecho que debido a las crecientes tensiones en la
región, se daría décadas más tarde.
En los años 70 se inicia la crisis del petróleo, una
crisis de exceso de oferta que afectaría muy negativamente a las naciones en
ISI ya que éstas buscaban precisamente aumentar su producción y sus
exportaciones, pero en un contexto en el cual sobraba producción, el ajuste
implicaba necesariamente una caída de la producción y de los precios. El precio
del petróleo se disparó y ello desvió aun más algunos déficits corrientes que
tuvieron que ser equilibrados con más endeudamiento.
En esta época, la crisis del petróleo se caracterizó por
la decisión de los países de la OPEP (un cártel creado entre los principales
países productores de petróleo) se elevar el precio del petróleo en respuesta a
Israel y sus aliados, en la guerra “del Yom Kipur”.
El resultado de ello, en síntesis, de traduce en una
transferencia colosal de recursos monetarios y rentas de las naciones
importadoras de petróleo (en especial Europa y EE.UU) a los países exportadores
de petróleo, los países del Golfo, y a la OPEP.
Así la mayoría de países reforzó o cayó en déficit
comerciales, mientras la OPEP tenía un exceso de recursos enormes debido a sus
superávits comerciales.
Estos excesos de liquidez (los conocidos como
“petrodólares”), fueron depositados en la banca internacional, debido a que tal cantidad de
recursos no tenía siempre una empleabilidad rentable en aquellos países.
Volviendo al entorno en el que nos situábamos, las
naciones ISI mantenían sus políticas de industrialización, a la vez que se
hundían aún más sus déficits corrientes debido a la importación de petróleo más
caro. Cabe señalar que no todos los países se vieron igual de afectados, ya que
parte de ellos eran exportadores de petróleo.
De todas maneras, la demanda internacional cayó,
afectando a la caída de bienes de equipo, que necesitan materias primas para su
elaboración.
En conclusión de los años 70, y como término general,
podemos destacar una pronunciación mayor del déficit corriente de las naciones
en ISI ya que las importaciones se encarecen debido a las subidas del precio
del petróleo, y las exportaciones son más débiles debido a la caída del precio
de las materias primas.
El ejemplo de
Argentina es uno de tantos ejemplos sobre la tendencia que seguía la evolución
del sector exterior latinoamericano.
En este contexto, al lector le puede extrañar que aún
estas naciones no cayeran en una especie de bancarrota o un colapso que frenará
el sistema en cuestión.
Este proceso fue todavía posible gracias al
endeudamiento.
Las naciones en ISI y en especial las naciones
latinoamericanas, podían hacer frente a estos déficits corrientes gracias a que
la banca internacional les prestaba los “petrodólares”, aquellos excesos de
liquidez que tenían los países productores de petróleo.
Así el proceso de endeudamiento fue sucediéndose durante
todos los años 70, sin mayores reparos debido a la abundancia del crédito.
Brasil es otro de los países que refleja esta situación.
Previo a 1981-2, el déficit corriente de Brasil era muy elevado y persistente, y dicho equilibrio pudo mantenerse y agudizarse gracias al ENDEUDAMIENTO ofrecido por la banca internacional.
2) IMPACTO DE LA CRISIS.
A finales de los años 70 las economías más desarrolladas
presentaban grandes salidas de capitales, debido a sus déficits corrientes y un
fenómeno llamado estanflación, es decir, escaso crecimiento económico con
inflación. La inflación no era un fenómeno extraño pues la subida del precio
del petróleo afectaba a los combustibles y por ahí al resto de productos. Éste
se había multiplicado por 2,5 veces su precio, de 1970 a 1980, en términos
reales. Hay que entender que en aquella época la producción tendía a ser
intensiva en energía y los criterios sobre eficiencia energética no estaban
extendidos: esta sería la época en la que se empezarían a tener en cuenta. Por
tanto la relación entre el precio del petróleo y la inflación era en la misma
dirección.
En los países europeos se llevaron políticas monetarias
restrictivas basadas principalmente en reducir el crecimiento de la oferta
monetaria, llevando así a la economía a una desinflación y planes de ajuste (de
reducción del déficit presupuestario) que deprimieron la economía y elevaron el
desempleo. En el caso alemán, francés e inglés fue donde la “tasa de
sacrificio” fue mayor, provocando así más desempleo al reducir la inflación.
En EE.UU las medidas con las que se buscaba atraer
capitales fue el incremento del tipo de interés que ofrecían depósitos y letras
del tesoro. A finales de los años 70 estos rendimientos superaban el 10% y a
principios de los 80 se alcanzaría el máximo, torno al 15%. Esto provocó una
salida en masa de capitales de Latinoamérica ya que la economía estadounidense
ofrecía atractivos intereses y seguridad jurídica y de estabilidad de la
inversión.
Al ponerse en marcha a nivel mundial una operación de
reducción de la oferta monetaria, de reducción de la producción y del empleo y
de las rentas, el ahorro canalizado por los bancos era menor y el crédito
empezó a escasear. Este proceso se agudizó con la salida de capitales de
Latinoamérica que se describió previamente. Los países en ISI se encontraron
un doble problema entonces. Por un lado necesitaban la financiación externa
para seguir desarrollando su industrialización y por otro lado los tipos de
interés de los EE.UU habían subido repercutiendo directamente al servicio de la
deuda que debían pagar estas naciones y ahuyentando la financiación que
tanto buscaban.
Durante las décadas anteriores los países habían amuculado
grandes cantidades de deuda externa, pues esta financiación venía, como se
dijo, principalmente por los petrodólares. Cuando EE.UU elevó los tipos de
interés se empezó a temer por recuperar los fondos prestados (debido a la huida
de capitales). La reacción de la banca internacional fue disminuir los
préstamos a los países en ISI. Las empresas y especuladores abandonaban la
región ya que bonos estadounidenses y europeos ofrecían mejores condiciones
para sus capitales.
Los países en industrialización tendieron constantemente
a depreciar sus monedas para salvar sus exportaciones y mejorar sus balances
comerciales, pero ello forzó a la caída del poder adquisitivo y la caída de la
demanda internacional.
En 1981, en un contexto de políticas de ajuste severas
(políticas monetarias y fiscales restrictivas) se hunde el comercio
internacional, repercutiendo una vez más a la caída del precio de las materias
primas, la principal exportación de los países latinoamericanos.
En 1982 se comienza a dudar realmente si Latinoamérica
podrá pagar la deuda que ha contraído durante tantos años. Las dudas se
despejarían en agosto de 1982 cuando el ministro de Hacienda mexicano asegura
que México no puede pagar la deuda externa y se concede un periodo de moratoria
de 90 días.
Enseguida se cierran los canales de financiación a todos
los países en ISI, que necesitaban urgentemente esa financiación para continuar
con su proceso. Ese proceso debería ser replanteado debido a la falta de
recursos y por el pago de la deuda, que era mayoritariamente a corto plazo en
aquel momento. No sólo en Latinoamérica, otros países que llevaban el sistema
de industrialización por sustitución de importaciones empezaron a verse con
problemas, como lo era el caso de Polonia desde 1980.
3) REPERCUSIÓN DE LA CRISIS. FASE I
En el
momento que México asegura al mundo que no puede hacer frente a su deuda
externa provoca la inmediata reacción de los EE.UU, los cuales seguramente no
quisieran repetir la experiencia de la crisis de la deuda de los años 30, en la
que hasta 14 Estados latinoamericanos renunciaron a pagar su deuda.
En aquel
momento el gobierno de R. Reagan se reúne con el G7 para buscar su apoyo, y se
produce una desposesión de las funciones del FMI, quien en su creación tenía
como objetivo inicial la estabilidad del sistema financiero y del sistema de
tipos de cambio internacional. Así a la causa norteamericana se sumaba los
países más desarrollados del mundo, el FMI y el Banco Mundial, quienes ponen en
práctica una política ofensiva hacia los países que no pueden cumplir con la
deuda.
Los
países acreedores deciden entonces tratar cada uno de los países en particular.
Anteriormente en la crisis de la deuda de los años 30 los países
latinoamericanos en bloque renunciaron a la deuda que tenían con sus
acreedores, EE.UU, Reino Unido y Alemania mayoritariamente. En este caso se
decidió que los problemas de la deuda externa se tratara “caso por caso”,
evitando así la formación de un bloque común para los países deudores y
reforzando así su posición.
En las
negociaciones se llegan a múltiples acuerdos. No se suspendería el servicio
de la deuda, es decir, su reembolso, sino que se haría una reprogramación
de ésta consiguiendo mejores plazos para los deudores o mejores condiciones de
pago. No sólo eso, las naciones acreedores a través del FMI exigieron una serie
de reformas para que no se repitieran las políticas llevadas hasta ahora. Las
reformas era un amplio programa de reformas económicas y estructurales por el
cual las economías latinoamericanas se abrían a los mercados financieros
internacionales y se les imponía una reducción del papel del Estado en la
economía. Así, éste debía abandonar algunas de sus misiones, tales como la
regulación del mercado financiero, el control de determinados sectores
económicos estratégicos, o la promoción de la industrialización.
Esa
sería la lógica de los procesos de ajuste que exigiría el FMI y las naciones
acreedores como condición para la reestructuración de la deuda externa.
Políticas monetarias restrictivas que frenarán la inflación, desincentivaran el
déficit comercial y políticas fiscales restrictivas de reducción del gasto
público. Muchas industrias cerrarían, otras empresas serían privatizadas… pero
la conclusión es evidente: una caída de la producción y del empleo, que bajo un
contexto de caída del gasto público, deja a las personas al borde de la
exclusión social y cerca de la pobreza.
De esa
manera la mayoría de naciones latinoamericanas entran en recesión a partir de
1982, destruyendo el tejido productivo y el empleo y poniendo aún más en duda
la capacidad de pago de los países deudores.
Los
países acreedores a su vez exigen el reembolso de la deuda externa fuere como
fuere. Mediante programas de reestructuración y procesos de ajuste económico se
logra postergar el pago de la deuda, aún así los capitales siguen huyendo a
Latinoamérica.
La
CEPAL calcula que entre 1983 – 1991 la fuga de capitales ascendía a más de
200.000 millones de dólares.
4) PLAN BAKER. FASE II
Los distintos gobiernos latinoamericanas deciden
nacionalizar (o estatizar) las deudas de grandes compañías privadas nacionales
que se habían sobreendeudado durante los años previos.
En el caso de Argentina, por ejemplo, la operación de
asumir la deuda privada por parte del Estado costó, entre 1980 – 1982, en torno
al 25% del PIB.
Este esfuerzo se hacía para evitar el colapso del sector privado y que la
recesión se agravara aún más.
James Baker, secretario del Tesoro de EE.UU, decide
materializar toda una serie de medidas que habían sido impuestas para las
naciones deudoras. Su objetivo era recuperar en torno a 30.000 millones de dólares
en préstamos concedidos a la vez de reestructurar en torno a 175.000 millones
de dólares pendientes de cobro.
En dicho plan se deciden plasmar 3 objetivos prioritarios
en el momento:
a)
Políticas de ajuste. En este sentido debían exponerse claramente las políticas de ajuste que
debían llevar las economías sobrendeudadas
a nivel macroeconómico. Las recomendaciones eran la de reducción de la
inflación (política monetaria restrictiva), el ajuste del sector externo y así
recuperar el crecimiento económico a través de ganar competitividad en el
comercio internacional. De esa manera se logra un ajuste en la balanza
comercial que si se torna positiva atraerá capitales a la nación y asegurará la
devolución de la deuda.
Otra de las medidas es en el enfoque de ajuste fiscal.
Los Estados endeudados por lo general presentaban déficits presupuestarios que
aumentaban el endeudamiento nacional y consumían recursos. Se optó por la vía
de recorte de gastos, para que una subida de impuestos no deprimiera aún más el
consumo y la renta de las personas.
b)
Asesoramiento técnico y monetario. El FMI debía desempeñar la función de fiscalizador de
todas estas políticas de ajuste. No sólo eso, debería ayudar con
recomendaciones en el proceso de ajuste y con recursos monetarios para fomentar
el cambio estructural. Así se potenció los bancos regionales para el refuerzo de
dicha misión.
c)
Recuperar el crédito a las naciones deudoras. El objetivo era entregar
recursos monetarios a los grandes bancos de las naciones deudoras para que
pudieran canalizar la inversión que se requeriría para el cambio estructural y
de refuerzo de las políticas de ajuste. Se propusieron así 20.000 millones de
dólares para el periodo 1985 – 1988 para las naciones deudoras.
En los próximos años con estas propuestas se produciría un gran ajuste.
La deuda se iría devolviendo reduciendo así los niveles
de endeudamiento totales pero muchas reservas de bancos centrales habían
menguado considerablemente. Además los planes de ajuste provocarían unos
“desastrosos años 80” en términos de pobreza.
Los niveles de desempleo e indigencia se disparan, todo
ello provocando un enorme trauma social y llevando a Latinoamérica a una
“década perdida” que sería especialmente dura para las clases más humildes y la
clase media.
5) PLAN BRADY Y CONSENSO DE
WASHINGTON. FASE III
En 1989 el secretario del Tesoro norteamericano Nicolas
Brady lanza un nuevo plan para corregir la delicada situación que vivían las
naciones deudoras.
Busca una nueva reestructuración de la deuda, a niveles
más realistas y en colaboración a la banca norteamericana, la gran afectada por
los problemas de solvencia de Latinoamérica. Se harán reestructuraciones a
medida que los países se acojan al Plan y acepten los planes de ajuste, que
venían reforzados con la liberalización empresarial y sus privatizaciones.
Encontró cierta oposición de la banca en general, aún así México pudo, por
ejemplo, practicar un descuento sobre el 35% de su deuda (unos 18.000 millones
de US$).
En ese mismo año se redacta el “Consenso de Washington”,
para algunos, la formalización de las políticas “neo-liberales” que llevaba
encabezando los EE.UU junto al FMI y el BM durante casi todos los años 80.
El Consenso de Washington es redactado de manera modesta
por John Williamson en un documento de Word. Su artículo, “Lo que Washington
quiere decir cuando se refiere a reformas de las políticas económicas”, trata la reforma estructural y social de
la economía afectando a 10 instrumentos de política que Washington exigiría
reformar para reestructurar la deuda, adecuar mejor los plazos o negociar
nuevos préstamos o incluso “rescates” (concepto que ya se emplearía en la ayuda
a México en los años 90 por el gobierno de B. Clinton)
Estas 10
políticas deberían ser las siguientes. Cabe mencionar que no todas las ha
aplicado los EE.UU, y otras tantas refuerzan el papel exterior de este país
1.
Déficit presupuestario: Evitarlo a toda costa. Surge el concepto de “disciplina presupuestaria”.
El déficit puede ser aceptable mientras no desemboque en un aumento del ratio
deuda/PNB. En 1993 el Congreso aprobaría la ley Gramm-Rudman-Hollings para el
control presupuestario, pero esta ley queda suspendida en caso de recesión)
2.
Las prioridades del gasto público: evitando las subvenciones indiscriminadas, pues éstas
son una seña inconfundible de la corrupción del entramado político. El Estado
debe dedicar su gasto público con prioridad a la educación básica y la atención
sanitaria básica, así como asumir un rol activo en las infraestructuras en caso
de que éstas dificulten el comercio o la eficiencia.
3.
La reforma fiscal: El Consenso aboga por la reducción
del gasto, principalmente. Sobre la reforma el Consenso dice poco. Asegura que
la base imponible íntegra debería ser amplia y los tipos impositivos marginales
moderados. Se abre el debate para gravar las rentas de intereses de los activos
que tienen las personas fuera del país como remedio a la evasión de capitales,
pero en ningún caso se plantea nada en concreto.
4.
Los tipos de interés: Éstos deben ser determinados por el mercado (para evitar la asignación
inadecuada de los recursos) y deben ser positivos en términos reales, a fin de
disuadir la evasión de capitales y para incrementar el ahorro. Un matiz: el
tipo real positivo debe ser moderado, pero si el contexto internacional
describe unos tipos de interés alto esto no puede ser posible.
En la práctica lo que se hizo es mantener unos elevados
tipos de interés nominales para atraer capitales de regreso a Latinoamérica.
5.
El tipo de cambio: Debe ser determinado por las fuerzas del mercado o bien sobre la base de
si su nivel es coherente con los objetivos macroeconómicos establecidos. En los
países en desarrollo el tipo de cambio real tiene que ser suficientemente
competitivo para impulsar las exportaciones, y así recuperar los problemas por
balanza de pagos (y no con la ISI). Es importante su estabilidad a lo largo del
tiempo.
6.
Política comercial. La liberalización de las importaciones. Con la apertura comercial se
accede a productos intermedios a precios más competitivos que permiten
desarrollar un sector exportador. De la otra manera el proteccionismo crea
distorsión en el mercado al blindar la industria nacional frente la extranjera.
Así, esas distorsiones acabarán penalizando las exportaciones y “empobreciendo
la economía nacional”
7.
La inversión extranjera directa (IED). La liberalización de las finanzas. Con la
apertura financiera se consigue el capital necesario, la tecnología y la
experiencia para reforzar el mercado nacional o contribuir con las
exportaciones. Las limitaciones a la IED se consideran una insensatez y obra
del nacionalismo económico. Por tanto, Washington desaprueba este hecho, al
menos cuando lo aplican otros países que no son EE.UU
8.
Las privatizaciones. Esto podría incluirse en el punto 2. Las prioridades del gasto enuncian
que debe renunciarse por lo general a las subvenciones. Los subsidios que deben
acabarse cuando antes son los dedicados a compensar las pérdidas de las
empresas públicas. Con déficits, estas empresas o deben cerrar o liquidarse.
La privatización puede ser una útil política ya que permite
obtener unos ingresos que alivien la presión sobre el presupuesto, en el corto
plazo, y son gastos que el Estado deja de imputar en el largo plazo. No sólo
eso, al sostener que la gestión privada es más eficiente que la estatal (asunto
materializado en el Plan Baker), esta modalidad de gestión reportaría
beneficios que luego, parte de ellos, se tributarían al Estado en forma de
impuestos sobre los beneficios.
9.
La desregulación. La desregulación se impone en EE.UU con los gobiernos de Carter y luego
Reagan. Normalmente se expone como un éxito en EE.UU. A su vez en Latinoamérica
se encuentran las economías más reguladas del mundo, al menos en teoría.
Existen controles sobre la creación de compañías, sobre las nuevas inversiones,
restricciones a la IED, restricciones a las salidas y entradas de capitales,
limitaciones sobre el uso del beneficio de las multinacionales, control de
precios, barreras arancelarias y contingentes a la importación, asignación del
crédito de manera discriminatoria y elevados impuestos sobre las rentas de las
empresas, entre otras limitaciones. Además la toma de decisiones sobre casos
puntuales está mal vista por los EE.UU, pues así se generan incertidumbre e
inestabilidades, y ofrece incentivos a la corrupción. La propuesta se trata de
acabar con tanta barrera y legislar con decretos de gobierno para dar cierta
estabilidad jurídica.
10. Los derechos de la propiedad:
Los derechos de la propiedad deben estar establecidos de manera firme para que
exista un satisfactorio funcionamiento del sistema capitalista. En
Latinoamérica estos derechos no son claros, por lo que dificulta el
funcionamiento correcto del sistema. La idea se reforzará con la premisa
naciente de los “derecho de imagen” y “derechos de autor” extendiéndose a las
creaciones artísticas como la música o el cine, que sólo busca una expansión
mayor del mercado y de los beneficios de las empresas asociadas al entorno… y
reforzar los derechos de propiedad, claro está.
Durante toda la década de los 80 y 90 se impusieron estas
políticas que ponían las condiciones del Consenso de Washington para recibir
los créditos del Banco Mundial. Ello suponía poner en práctica fuertes ajustes
estructurales y medidas desregularizadoras. El caso de Nicaragua y Honduras es
ilustrativo.
La
ayuda condicionada llevaba a amplios sectores de la población a sentirse desposeída de su propia soberanía, pues la que
se imponía eran directrices extranjeras, extrañas y que causaron pobreza y
desempleo.
En 1991 se otorga un crédito de 110 millones de dólares a
Nicaragua condicionado a que éste país permitiese la entrada de mayores
volúmenes de inversión extranjera directa, privatizara ciertas industria
estatales y diera más facilidad y más facilidades a las operaciones de la banca
privada.
En 1992 se otorga un crédito de 82 millones de dólares a
Honduras a través de la Asociación internacional de fomento. La condicionalidad
trataba de una reducción del precio del petróleo y la iniciación del proceso de
privatización de la industria y las empresas estatales.
Ambos
casos, hablan por sí solos.
6) VUELTA A LA CRISIS. FASE IV
«La
tasa de pobreza disminuyó en los años 50 y más rápidamente aún en los años 1960-70.
Los años 80 han sido desastrosos. En los años 90, sólo algunos países
han registrado una disminución de la pobreza (Chile, Colombia)» (PNUD,
1997, P.37).
Tras la aplicación de las medidas de ajuste descritas
anteriormente los países empezaron a mejorar gradualmente su situación
macroeconómica. Algunos desequilibrios como la inflación o el déficit corriente
se estaban conteniendo, lo mismo ocurría con el déficit presupuestario. Todo
ello había supuesto el incremento del desempleo y de la pobreza, por lo que las
medidas eran por lo menos impopulares de cara al público, cuando no
expoliadoras o dominadoras, como se llegó a acusar las misiones del FMI y del
BM.
Hacia 1993 – 1994 los economistas se empezaban a dar por
satisfechos debido a las medidas adoptadas así como sus resultados. Se exaltaba
que los capitales regresaban ya a Latinoamérica y que su situación cada vez era
mejor. En teoría, se ponía fin a esa década perdida de crecimiento y desarrollo
económico.
Así, el exgobernador del FMI, Jacques de Groote decía en
marzo de 1994:
«Existen innumerables ejemplos de éxito. El caso
típico es el de México. En octubre de 1982, este país conocía una grave crisis
de la deuda y la acción conjunta del FMI y del BM permitió una adaptación
rápida, un enderezamiento de la balanza de pagos con una disminución limitada y
de corta duración de los ingresos de la población. Hoy se asiste a un retorno de
capitales hacia México y el Banco Mundial ha generado un programa para
diversificar la producción. (...) De hecho, el conjunto de los países de
América Latina (...) se comportan muy bien económicamente».
En realidad el regreso de parte de los capitales fugados
había sido debido a los altos tipos de interés que habían aplicado las
economías latinoamericanas. Pero otro factor que había atraído capitales era la
ola de privatizaciones sin precedentes en todo el continente. Las
grandes fortunas se desplazaron a la zona para comprar empresas de utilidad
pública y de importante razón estratégica a un precio relativamente bajo, pues
la posición negociadora del país deudor era casi nula, y las necesidades de
financiación eran urgentes. Las amnistías fiscales también propiciaron
regreso de parte de los capitales. Pero la característica común a estas 3
medidas enunciadas son que la llegada de capitales respondía a una razón
concreta y por tanto, presentaban volatilidad. Estos capitales no habían venido
para quedarse, sino más bien para aprovechar los altos intereses nominales
de los bonos mexicanos, brasileros y argentinos, adquirir empresas o legalizar
dinero fugado en su momento contradiciendo la legislación existente.
En 1994 el déficit corriente de México se vuelve a
recrudecer y se agudiza aún más. Los inversores pierden la confianza en dicho
país y retiran sus capitales. El efecto “Tequila” como se conocería más tarde, se
extendería a los demás países de la región al igual que ocurrió en 1982. Brasil
y Argentina elevaban aún más los tipos de interés pero la verdad es que con una
inflación tan elevada los tipos reales no sorprendían tanto.
Las balanzas corrientes de Brasil y Argentina se
comportan de manera similar, siendo muy deficitarias y poniendo en duda la
capacidad acreedora de estas naciones en un futuro. Se desencadenaría el peor
escenario de la crisis demostrando para muchos que las actuaciones del FMI no
sirvieron para hacer nada más que enriquecer a determinado colectivo a costa de
empobrecer a la mayoría del país.
7) FASE V.
Los distintos gobiernos continuaban con su proceso de
endeudamiento.
Sería en los años 90, primordialmente, la década en la
que la deuda externa se dispararía a niveles desconocidos hasta entonces. Ya no
sólo quizás por problemas en las finanzas del Estado sino también que parte de
las deudas del sector privado se nacionalizaron como se introdujo en la FASE
II.
En México la retirada de capitales en masa puso en jaque
al sistema bancario del país, que debió ser “rescatado” con un coste aproximado
del 15% del PIB mexicano.
Estos rescates consistieron en la transferencia de
grandes recursos a los grupos capitalistas locales que una vez salvados y
asumidas sus deudas el Estado, exportaron la mayor parte de sus capitales
financieros a los países del Norte. Otros aprovecharon la oportunidad para
ampliar su cartera y adquirir empresas en privatización a precio de saldo, concentrando
aún más la riqueza y fomentando la desigualdad.
Durante los años 90 abandonarán enormes sumas de
capitales los principales países latinoamericanos, que deberían llevar una
nueva oleada de privatizaciones en busca de ingresos extras. Las primas de riesgo de los principales países
continuaban subiendo en el año 1998, afectando no sólo a su Estado sino a la
financiación de otras empresas. Ni hablar de las pequeñas empresas y hogares,
que quedaron totalmente excluidos del crédito.
Tras 3
años en recesión, en el año 2001 Argentina decide que no va hacer frente al
pago de su deuda. El 2002 se extendería la crisis a Brasil y Uruguay.
Cuenta corriente del Perú.
Como se aprecia, el desequilibrio de Perú es menos persistente y menos
violento que otros, sin embargo, la tendencia es a una balanza corriente negativa, es decir,
el Perú se endeudaba año tras año a pesar de las medidas de correción del FMI
Todo ello dificultó la salida de la crisis de este país, y forzó a la hiperinflación que se da en
este periodo.
Entre
1982 y 2000, América Latina había devuelto por servicio de la deuda 1,452
billones de dólares (1.452.000 millones de dólares), es decir, 4 veces más de
la deuda total que existía en 1982 (que era de 333.200 millones).
Evolución de la deuda externa en
América Latina y Caribe (1970 – 2002)
Pobreza absoluta en
América Latina y Caribe (1987 – 1998).
La evolución
desfavorable de las condiciones sociales es evidente pues en apenas 10 años la
cifra de pobreza absoluta aumenta en casi 20.000.000 de personas.
El drama social que
supuso la crisis de la deuda no sólo se recoge en este cuadro, pero sirve para
hacerse una idea de la magnitud del problema.
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