sábado, 14 de abril de 2012

Dictadura y régimen parlamentario "democrático"

La democracia está lejos de cualquiera de nuestros países.
Pueden leer este artículo desde infinidad de países, y todos se caracterizan por ser "democracias parlamentarias", es decir, el máximo exponente político del bien. O al menos, eso nos quieren hacer creer.

La democracia es el sistema político en el que las mayorías, a través del diálogo y el consenso, deciden el rumbo de una nación (no busquen la definición en el diccionario ya que ésta está claramente manipulada y distorsionada). El parlamentarismo se basa en que unos políticos, senadores y diputados, deciden a través de sus intereses y reunidos en un parlamento, el rumbo de la nación. Por tanto, parlamentarismo NO ES DEMOCRACIA, es dictadura, es imposición.

Una dictadura encubrida, sin duda alguna... maquillada y reforzada con narcóticos léxicos y demás pantomimas encabezadas por la clase política. Si quieren despertar su mente, y desmitificar cualquier bondad de la democracia, les recomiendo la siguiente lectura:



EL RÉGIMEN DE PARTIDO ÚNICO DE PARTIDOS

Hoy, similarmente, estamos en un régimen de partido único de partidos, en el que las diversas formaciones se unifican en el aparato estatal a la vez que, cara a la galería, manifiestan ostentosamente "pluralismo" y "diversidad". Eso hace que los creyentes el escoger, en el acto comicial, sea un sinsentido y una estafa, pues se vote al partido que se vote, siempre se valida con el sufragio la misma realidad estructural subyacente, al aparato estatal, aglutinante y fuerza nutricia de todos ellos, en tanto que tirano corportativo que veda la libertad suprema al pueblo, la potestad de autogobernarse. Ésta, como era de esperar, es negada a la gente sin poder por la actual Constitución, que la excluye en su capítulo segundo, titulado "Derechos y libertades".
Pero sin libertad de autogobierno todas las demás libertades son pura cháchara, mera formalidad, simple casi nada.

El partido único de partidos existe para impedir la participación del individuo común en la gobernación del cuerpo social, dado que sólo a través de él, esto es, por medio de las formaciones que lo integran, puede accederse a la actividad política, con la particularidad de que ésta es de un único contenido, a favor del statu quo.
La Constitución española de 1978 argumenta del modo que sigue en su art. 23 "los ciudadanos tienen derecho a participar en los asuntos públicos, directamente o por medio de representantes libremente elegidos". Véase, se "concede" el derecho a participar en los asuntos públicos, esto es, a sumarse como mera comparsa servil al quehacer del Estado, pero niega el derecho natural más fundamental, a autogobernarse. Por ello, aunque el pueblo fuera libre para elegir a sus representantes, no lo es para prescindir (si así lo desea y lo manifiesta de manera formalizada, según el principio de las mayorías en un marco de libertad/libertades razonables para todos) de representantes, para pasar a gobernarse por sí. Lo de participar "directamente" en la vida política, de acuerdo con la Constitución, se reduce a dos asuntillos insignificantes, la iniciativa legislativa popular (art. 87.3) y el referendum (art.92). Con tan míseras quitar, que ademas están desnaturalizadas, al convertirse en actos no-libres por el contexto institucional en que forzosamente han de realizarse, los adoctrinadores y comunicadores institucionales organizan una gran algazara sobre cómo la Constitución actual "combina democracia representativa con democracia directa", cuando lo único que hace es velar su naturaleza tiránica con medidas raquíticas, inoperantes y demagógicas.


EL RÉGIMEN DE PARTIDO ÚNICO DE PARTIDOS II
PROPUESTAS


Así las cosas, se puede proponer a los mencionados comunicadores y adoctrinadores que certifiquen su talante democrático en una materia nada baladí, haciendo que se organice un referendum sobre la existencia del Estado y acerca de sus funciones como órgano gobernante de la sociedad política-civil, con la advertencia de que para que tal consulta popular fuera libre, por tanto válida, el Estado debería autodisolverse un tiempo antes, transfiriendo sus funciones a la gente común, único modo de que el debate, la deliberación, la formación de la voluntad política y el mismo acto de votar a favor o en contra de la existencia de aquel resultasen actividades políticas libres. Detrás de ello hay una cuestión de gran significación, que luego se tratará: el Estado existe SIN EL CONSENTIMIENTO DE LOS GOBERNADOS

Por todo ello, es legítimo sostener que vivimos en una sociedad totalitaria, en la que no hay oposición real, en la que todas las formaciones oficialistas (y todos los integrantes de la pedantocracia, de los medios de comunicación y de la estetocracia, que hoy se confunde con la industria del espectáculo y diversión) están homogeneizados y monopolizados en lo fundamental y en la que las minorías disidentes en los asuntos sustantivos son condenadas al exilio interior y a la muerte civil, además de la discriminación y la represeión. El partido único de partidos, como es lógico, no puede ser admitido en una futura sociedad bien constituida, en la que la libertad de conciencia ha de ser uno de los cimientos. En ella la autonomía natural para asociarse dará origen a las formaciones políticas plurales, por tanto, diferentes a las que ahora existen como cuerpos estatales, las cuales se subordinarán a la gran red de asambleas soberanas, donde se han de adoptar las decisiones políticas según el principio de las mayorías.

(...)

En los últimos 150 años la nómina de las formas concretas adoptadas por esa rebeldía reaccionaria es muy extensa, abarcando casi la totalidad de los pretendidos radicalismos. La esencia común a todos éstos es la negativa de poner sobre la mesa las cuestiones fundamentales, verbigracia, la naturaleza concreta del régimen parlamentario, no sólo como censura, sino también, y en un sentido, sobre todo, como propuesta superadora, pues el critiqueo, habitual en los intelectuales inconformistas hasta su reciente cuasi-extinción, es benéfico para sistema de dominación, al señalar los puntos débiles a subsanar, si no va unido a propuestas constructivas de caracter revolucionario. Reproche que cabe de dirigir al "pensamiento crítico", no hace mucho tan de moda



TODO EL ASUNTO EN PROFUNDIDAD
Félix Rodrigo de Mora, llamando al desengaño, una reflexión muy profunda y bien transmitida,
invalidando cualquier manera de sistema dictatorial, como es el actual, de régimen de partidos




FUENTE Y AGRADECIMIENTOS: Textos de Félix Rodrigo de Mora y su exposición en "Seis estudios" en la que detalla las formas de dominación que posee el Estado